¿Quién eres tú?

Esta pregunta es la apertura de corazón hacia el otro, como diría
Eloic Lecrec.
Cuando una religión se preocupe, se abra hacia la otra de
corazón, cuando una ciencia se abra de corazón hacia la otra,
cuando una orilla se arrime hacia la otra, descubriremos el
ecumenismo de Dios.
Así, Dios te pregunta, aquí y ahora, ¿Quién eres tú?. Sólo un
corazón como el suyo, un amor como el suyo, se arrojaría hacia ti
de esta manera.
¿Quién soy?
Cuando uno se hace esta pregunta ya no es el “yo” el que
pregunta, sino el Ser diciéndote estoy aquí, preguntándote
¿Quién eres tú?
El Ser diría “Yo también soy tú, la Única diferencia entre tú y yo
es que yo no he renunciado nunca ante ti a lo que soy, mientras
tú, tratando de elegir entre tú y los demás renuncias siempre así
a lo que eres”.
Lo primero que hacemos siempre un Ser Humano, cuando
preguntamos al otro, es renunciar inmediatamente a lo que
somos, creamos un “yo” y un “tú” y es así como llega la renuncia.
Jesús ante el otro no renunció nunca a Dios. Por eso estando en
la cruz dijo “Dios perdónalos no saben lo que hacen”. Aquellos
que le mataron no sabían lo que hacían pues cuando existe un
“yo” y un “tú” estamos inmediatamente renunciando a a lo
que somos, a uno mismo.
Así Jesús cuando pronunció esta frase no renegó nunca de su
Ser, ni del Ser que hay en el otro. Dios es la no renuncia de lo que
somos, es renunciar al “yo” y al “tú” ante nuestra verdadera
naturaleza.

¿Quién soy? es lo mismo que preguntarse ¿Quién eres tú ?,
pues en ambos es necesario renunciar al «yo» y el «tú»,
en ambos es necesario no renunciar a los que somos.
¿Quién eres tú? es reconocer la existencia del otro sin renunciar
a uno mismo, es reconocer la existencia del Universo
en cada uno de nosotros. Es abandonar el «yo» y el «tú», el ego, inmediatamente.

En este mundo donde todos estamos cada vez más separados,
internet (el desconocido), el poliamor (“yo”, “tú”, “el”, “ella”,
“ellos”), lo alternativo (lo diferente), quizás sería bueno
preguntarle al otro ¿Quién eres tú?.

Así, por motivos culturales y de otra índole, en Oriente por su introversión, llamémoslo de esta manera, durante siglos se han estado haciendo esta pregunta ¿Quién soy?. En Occidente, por su carácter y mayor apertura hacia el otro, durante años se han estado haciendo otra pregunta ¿Quién eres tú?.

Podríamos decir, para no entrar en confusiones, para quitar la connotación religiosa, que ambas palabras, Buda y Dios, tienen, que Buda es el camino de encontrar al Ser, lo que somos, hacia dentro, mirándose a uno mismo, y Dios el camino de descubrir eso que somos mirando hacia afuera, a través del otro.

De esta manera, sin querer en estos artículos, desde el principio, añadir o quitar nada a la realidad, a eso que somos, Buda y Dios sólo son el camino.

Hemos excluido de esta sociedad a los que sabían y habían
comprendido mejor esta pregunta, a los Grandes Maestros y a los que más cercanos  a, estaban. Qué
bonito cuando una abuela pregunta a su nieta ¿Quién eres tú?,
sin separarse nunca de ella, ni de su nieta, sin renunciar a lo que son.
Después de haber vivido el dolor y el olvido, aún no han renunciado
a la niña y a la Hija que son.

No podemos renunciar ni a Dios ni a Buda, no podemos renunciar a lo que
somos, Dios y Buda, ambos, son necesarios.
Así, yo te pregunto ahora mismo ¿Quién eres tú?.

Un buen terapeuta es aquel que ante el dolor y ante el otro no
renuncia nunca a lo que son.

La Naturaleza es aquello que se coloca ante el otro sin renunciar
a lo que Es.

¿Quién eres? ¿Quién eres tú?, ¿Os dais cuenta que entre ambas
preguntas no hay diferencias, no hay separación, no hay
elección, no hay renuncia, que Dios y Buda, simbólicamente hablando, no son diferentes?

En un mundo donde el otro se ha convertido en un follower, donde la Naturaleza esta siendo constantemente maltratada, quizás, no renunciar a nuestro dolor, no renunciar a nuestro sufrimiento, quizás sea lo único que nos quede, el último testimonio.

Cuando ya nadie se pregunta ¿Quién soy? y menos
¿Quién eres tú?, preguntarse ¿Qué es el dolor? y ¿Qué es el
sufrimiento? sea la última oportunidad que tenemos de
conocernos.
Cuando he trabajado en algún sitio público, muchas veces al día
siguiente he escuchado a los médicos decir; “mejoría
inexplicable”. Es esta renuncia, a lo que somos, la que es
inexplicable.
Cuando le pregunto a alguien ¿Quién eres tú?, no es para que se
quede encerrado en él preguntándose constantemente ¿Quién
soy?, ¿Quién soy?, ¿Quién soy?…, sino para que se abra al otro y
le pregunte también al otro ¿Quién eres tú?, y viceversa,
y de manera conclusiva e inclusiva, rotunda, ambos renuncien
inmediatamente al “yo” y al “tú” ante el Ser.

¿QUIÉN ERES TÚ?

Hermanaros con Todo.

PD.: Dedicado a mis hermanos de Sangre, de Sangha, y a mis otros hermanos.

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