Rafa Peinado Díaz

Comprensión y tratamiento del dolor

Lo nuevo

En el curso de formación entramos en contacto con muchas
disciplinas que han mirado hacia el Ser Humano, que lo han
abordado. Muchas de esas prácticas, hipótesis, son la base de
muchas de las ciencias actuales. No se trata de quedarse ahí,
embelesados con el pensamiento, sino de volver al centro.
No hay en mi planteamiento nada nuevo, quisiera reseñar por
encima de todo ésto. Es de extrañar cuando alguien coge una
parte del todo, por desconocimiento del mismo, lo separa de la
realidad y a eso lo llama nuevo.

Todo lo nuevo es solo un nuevo“ego” queriendo separarse del Todo.

No hay ningún pensamiento que se pueda verificar con la
realidad, que se acerque a la realidad, que sea nuevo. Todo lo
contaron los antiguos, los que despertaron a la realidad, a esa
unidad indivisible. Todo es tan antiguo como antaño, como el
Ser. Basta así de terapias nuevas y de ciencias nuevas, el “yo”
queriendo renacer de entre sus propias cenizas. Esto es lo malo
cuando alguien no comprende en profundidad ni una sola cosa,
la única cosa. Y desde ese lugar anuncia su nueva y brillante
teoría, una más, un “yo” más.

En el curso de formación, utilizo una forma más antigua que el
pensamiento, más antigua que Bert Hellinger, el momento
presente, para ir más allá.

Más allá significa ir hasta el principio, y
de esta manera conocer algo aún más antiguo que el “yo”, lo que
somos. Todo se vuelca hacia lo que somos. Es entorno a lo que
somos como enseño a constelar. Todo gira entorno al momento
presente, sin “yo”, nada nuevo, nada más que el Ser en ese
momento.
No se trata de deleitarnos con las nuevas formas como tontos,
más de reconocer en cada forma el mismo rostro de siempre.

Luego aquellos que crean algo nuevo leen a Epicuro, a Dogen, a
Sir Aurobindo, a Echkart Tolle, y se les hace algo aburrido, no
comprenden nada, nada ajeno a ellos mismos. Más allá de sus
pensamientos, se vuelven ajenos a Todo, inmunes. De eso se
trata lastimeramente a veces. Ellos mismos convierten así su
vida, este momento, en un nuevo experimento, una nueva
oportunidad, para sus desahuciados egos. Se convierten de esta
manera en cobayas de laboratorio para sus propios y nuevos
pensamientos.
Entonces cambian lo Viejo, la Realidad, lo vivo, este momento,
absolutamente Todo, por lo nuevo, un nuevo flamante y
flamígero pensamiento que lo consume Todo, de esta manera
sucumben ante el Ser de nuevo.
Muchas personas dejan así de disfrutar de la Vida, lo veo en mis
pacientes, pues las nuevas teorías se convierten en su foco de
atención día tras día. Segundo tras segundo su Vida se olvida,
vuelven toda su atención hacia los nuevos descubrimientos del
“yo”, y no hacia la propia Vida. Ya sólo te preguntan al día
siguiente de consulta ¿Qué es lo que me dijiste ayer?, ¿Era mi
padre o mi madre?, como si fuese una teoría, como si la Vida se
redujera al “yo”. Personas, que, a raíz de este afán por lo nuevo,
dejan de sentir la luz del día, el amanecer de cada cosa como
latido o, el regocijo de la sangre por su propio cuerpo y su salto.
Han convertido su cuerpo en un campo desolado para la siembra
de nuevos pensamientos.
Fungicidas que acaban con la vida, o mejor dicho, la disipan.
Todo lo convierten a partir de ese momento en un problema y al
“yo” en su nueva teoría. La Vida no es una teoría, ni las consultas
un lugar para las mismas.
Por favor no intentéis recordar al día siguiente de una consulta
más que la experiencia. “Me encuentro bien”, me dicen al día
siguiente, ese bien que siempre es anterior a lo bueno y a lo
malo, a lo nuevo, al “yo”.

Sólo cuando alguien no entiende, como los niños, a todo lo
llaman nuevo. Son como niños, siempre de estreno.

¿Qué tiene de nuevo un nuevo pensamiento?
Agradezco de corazón a aquellos que siguen transmitiendo lo
antiguo. Los lugares y las personas de las que más he aprendido
son de aquellas que me enseñaron lo antiguo.

“Cuando miras a la Luna a la Luna también le gusta mirarte”, nada nuevo. Maestro Zen

Profundamente agradecido a todas ellas.

Como decía en mi último reel de Instagram: “El Conocimiento y el Amor deberían ser siempre anónimos”.

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