Solíamos

Tú que solías leer los libros
al amparo de la chimenea y un sorbo de café.

Tú que solías observarla
al amparo del silencio que siempre la rodeaba.

Tú que solías soñar por las noches
al amparo de los días:

Tienes como augurio el Cielo y la Tierra.
Tienes como visión la sencillez, el anonimato.
Tienes como maestro el espacio adyacente, a ella.
Y a ella en tu casa, la casa verde, la casa de siempre,
al amparo de la Naturaleza.

Tú que solías meditar
al amparo de la luz de la vela.

Tú que solías enrojecerte
al amparo del sigilo, de la cercania.

Tú que solías orar verte un día en ella
al amparo del reflejo y del destello.

 

Tienes la Vida como recuerdo de tu alma y de tu cuerpo. Tienes el ahora como honra. Tienes la gloria como cortesía.

Y a ella, para siempre,
al amparo del momento presente.

Yo que solía, ¡usanza!
al amparo el uno del otro,
¡soy!

¡Solíamos, no es un tiempo pasado hija!

¡No hay otro tiempo, aquí y ahora, será siempre nuestro tiempo!

¡Solíamos!

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