Rafa Peinado Díaz

Comprensión y tratamiento del dolor

Extrañas nubes en el cielo

Os preguntaba en el reel anterior ¿No os parece extraño que la
Vida esté sometida al parecer?
Hoy en día todo tiene que ser explicado, hasta lo más íntimo, así,
de esta manera despiadada lo íntimo sale hacia afuera y se
convierte en el parecer, todo es un parecer, como una nube que
aparece sobre el cielo, demasiadas nubes en el cielo.

Hoy en día todo el mundo tiene interés por explicar algo, pero
pocas personas muestran interés por el autoconocimiento, por
conocerse primero, por ir más allá del conocimiento, más allá del
parecer, más allá de la mente, más allá de las extrañas nubes que
pasan sobre el cielo.

Como consecuencia hay un daño más, en la explicación, sin
darnos cuenta, a partir de ese momento, todo pasa ya a
pertenecerle al otro, a su parecer.
Decía un escultor acerca de su arte: “Es el arte de la pureza, del
desinterés”.
Cuando el corazón es puro, cuando en el anhelo no hay interés,
el conocimiento es inmediato, alberga al vacío y la soledad.

La pureza es estar libre del “yo”, de la contaminación, del
parecer.

En la pureza está la potencia.

Decía Sri Aurobindo “La potencia es
la pureza que se mantiene hasta el final”.

En mi post “El riñón”, hablaba de la siguiente manera ; “El riñón
no es el miedo, es el que filtra el miedo”.

El riñón es el acto de filtrar, el arte de la pureza y el desinterés.

Hace falta pureza y
desinterés para filtrar. Así, el acto de filtrar consiste en separar al
riñón de los miedos, de la tercera lumbar, de la hipertensión, del
control, del pensamiento, de las extrañas nubes que aparecen
sobre el riñón,…mantenerlo puro.

Demasiadas nubes en la nube, extrañas nubes en el cielo.
Estamos contaminando el firmamento. El firmamento es el arte
de la pureza y el desinterés.

¡Deja de pensar!
¡No hay extraños días, ni extrañas noches en el
firmamento, no somos sólo huéspedes del cielo!

Te voy a contar algo: sólo lo puro permanece, tu riñón no es una
parte del cielo, una extraña nube, ni lo que piensas ni lo que
haces, sino la bóveda celeste.
No convirtamos todo en extrañas nubes, el vuelo de un águila no
deja rastro, el conoce el cielo sólo de una manera, no a través de
su rastro que no existe, porque su ascenso es puro, sino volando.

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