La ansiedad

La ansiedad es uno de los trastornos más graves que afecta hoy en día no sólo a adultos. sino también a gente joven, siendo uno de los responsables, el origen, de muchas de las enfermedades más habituales.

La ansiedad es una sensación de insatisfacción continua, una sensación de falta permanente. Una necesidad de algo, algo que siempre se proyecta sobre el futuro. Una falsa necesidad, un “yo” que se proyecta sobre un escenario futuro. Una idea de que algo (una acción, un pensamiento, una palabra, un hecho) puede cambiarnos y mejorar este “yo” con el que estamos identificados. 

Este algo o situación que esperamos tiene su raíz en el concepto espacio, al igual que la intensidad, de la que ya hablamos, tiene su origen en el concepto tiempo.
La ansiedad es una agitación constante de la mente, el “yo” creando falsas necesidades. Como decíamos, proyectándose sobre el futuro, sobre el espacio, un marco futuro.

La ansiedad es una mente agitada creando ideas, ilusiones, espejismos fuera del momento presente.

La ansiedad es el “yo” haciéndose preguntas y al mismo tiempo intentando responderlas (como un perro mordiéndose la cola) intentando así dar una respuesta al momento presente en el futuro, queriéndose anticipar al futuro. Un futuro que siempre se hace presente, un presente que el “yo” vuelve a hacer futuro. El “yo” intentando escapar del pasado crea un futuro, otro “yo”.

Cuando dejamos de sentir, la mente aparece, y sobre un escenario ficticio, con títeres de papel, el monólogo (el silencio) da paso al diálogo (el pensamiento). La mente aparece y responde, se cree que el pensamiento es la respuesta, y surge, emerge, así el vacío, el de su propia existencia y realidad.

Es el pensamiento quién genera el vacío y al mismo tiempo trata de darle respuesta.

Un estado de ventura y de suerte que acaba en la exaltación del “yo” y en la abnegación del deleite del aquí y ahora, lo que somos.

Si tuviéramos que definir qué es el momento presente, qué es la naturaleza, qué es Dios, cuál es nuestra verdadera esencia, diríamos que Dios es sin separación, sin preguntas, sin respuestas.
Por lo tanto no es un Dios diferente de otro Dios del que hablo, no es un Dios con un determinado hábito. Es la presencia anterior a la pregunta y a la respuesta.

Un verdadero maestro no se hace nunca ninguna pregunta. Ni siquiera sabe, ni se pregunta, qué es un verdadero maestro.
No hay nada ajeno, impropio, no hay nada desprendido del sí-mismo.

Y como todo en sí mismo tiene su principio y su fin, después de la ansiedad llegará la angustia, su final, su yugo, otra falsa proyección, el miedo a la muerte del “yo”, una muerte segura, prosternada.
Es en este momento, cuando se acaban todas las preguntas, cuando surge como un pálpito y una certeza, la del monje a la orilla de su maestro, la única respuesta, Sí (Sí, Sí, Sí).

En el curso de formación haremos una mayor disección y deserción de la ansiedad y de todo esto, no de la Vida, de lo vivo, sino del “yo”, pues sólo se puede diseccionar lo que ya está muerto.

Os animo a que dejemos de hacernos tantas preguntas ahora, dejemos de hablar tanto, uno de los mayores síntomas y causas de la ansiedad y de esta sociedad.

Liberemos a nuestros pulmones de la ansiedad y a nuestros riñones de la angustia.

La ansiedad consiste en querer mantener un “yo” vivo. Mantener un “yo” vivo es creer que lo vivo está ahí gracias a nuestro pensamiento.

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